Muerte y Vida
Cuando nace un bebé, nace un padre, nace una madre, nace un abuelo, abuela, tíos, tías. Pero, el tiempo pasa. Y muere un abuelo, una abuela… Ahí, es cuando la vida empieza. Cuando muere un ser amado, muere también quien lo ama. Aunque siga vivo. Muere por instantes. Segundos de vida, que se vuelven minutos, y horas y años. Tiempo de vida en que se está muerto. Llorando por la muerte de esa persona querida. De ese abuelito. De ese papá, o mamá. A veces se llora y se demuestra. Todos pueden ver tu dolor. Pero a veces, se llora desde el corazón. Que es donde duele más. Ese dolor es muy profundo. Crea llagas como úlceras. Que son muy difíciles de curar. Y aun cuando dejen de sangrar, seguirán supurando, como una herida mal cerrada.
De la misma manera que, cuando nace un nieto, “nace un abuelo”. Cuando muere un abuelo, muere un nieto. Ya no tiene abuelito que lo haga nieto. Ya no habrá esa abuelita que pelee y te haga la cama. Ya ese papá odioso. Entrometido, esa madre, que no ayuda suficiente, porque, a su vez, e inconscientemente, sabe que está muriendo, y no entiende que se le acaba el tiempo, que no vuelve atrás. Para ser madre, abuela, esposa, solo tiene el hoy, el ahora. No hay más, no hay más tiempo. Y luego será tarde, y morirá.
Cuando nace un bebé, nace un papá. Nace el amor más puro. El amor de padre es diferente al de madre. El padre decide querer de manera intelectual, consciente, decide ser buen padre, excepto cuando nace un mal padre. Ya que ese bebé no estuvo en su vientre. Lo miras y dices, esto es “vida”, aquí nace mi vida. Aquí nací yo como padre. Pero sea cual sea el caso. Nace, y cuando nace ese amor de padre en el cuerpo de un “bebé”. También te acercas al fin. Con esta “sola” y “única” vida que Dios nos dio. La única que tenemos y la que vamos a perder irremediablemente. Lo único que nos queda es vivirla intensamente, a la carrera, como si no hubiera un mañana.
Todos morimos todos los días, algunos de manera natural, otros de manera provocada y otros, como zombis. Caminan, conversan, tienen vidas como si estuvieran vivos, pero ya están muertos. Muertos sin causas. Muertos sin nacimientos. Muertos en vida.
Ahora qué tragedia es, y sería, cuando se te muere un hijo. La muerte de un hijo no es natural ya que no se supone que un “padre o madre muera”, porque perdió a su hijo, y deba seguir viviendo. No es natural, y aun así. Todo pasa por una razón. Que no comprendemos y que nos destrozará. Por eso “vive”. Vive tu vida. Vive tu amor. Disfruta de cada segundo que tengas con ese bebé que te hizo padre, con esa mamá o papá que te hizo hijo, con esos abuelitos que te hicieron nietos, leche caliente, y dormiste en sus panzas. Ama a los que te dieron el nombre, el título que hoy ostentas como individuo. Ama ser mamá, papá, hijo, sobrino, nieto, abuelo. Esposo, esposa. Porque también pasa que mueren familia cuando muere un matrimonio. Y a la vez, si estás abierto y curado después del duelo. Nacerá otra familia, y tendrás más nacimientos y muertes. Y amores y abrazos y caricias. Y besos.
Que nada se quede en esta tierra. Que cuando te vayas y esos que quedan te lloren, si es que fuiste suficientemente afortunado para hacer nacer un hijo, desde el amor, una hermana o hermano, un amigo, también te festejen. Te recuerden por la vida que les diste. Por el amor que les diste y por la persona a la que llegaron a ser gracias, en parte, a que tú fuiste parte de sus vidas.
Ama tu vida con la misma intensidad con que amas a lo que crees es más querido para ti. Ámate intensamente. Enamórate de amar. Enamórate del cambio. Cambia con “amor” para que la muerte y las muertes de las personas que te amaron por generaciones antes y después de ti no hayan sido en vano.
Que hermosa reflexión mi amor de mamá y papá, cuando tú y tú hermanita vinieron al mundo, nacimos nosotros como padres, cuando nacieron tus hijos y los de tu hermana nacimos de nuevo como abuelos y cuando perdimos nuestros padres.....todo lo demás. Gracias por tus artículos y reflexiones tan profundas. Dios te siga bendiciendo. Te amamos
ReplyDeleteHermosa reflexión, me puso a pensar y buscar la Palabra. Dios te bendiga hijo mío.
ReplyDelete